AMANTE DEL AMOR
Mi soledad me persigue, me pide que hable con ella, me dice al oído que se siente sola, que me necesita. Son demasiados años junto a ella, sabe en qué momentos soy vulnerable, qué sueños persigo, qué frustraciones me ahogan. Me es difícil no hacerle caso, busco espacios en los que sé que ella no va a estar, como en una cena en familia, en un curso de chino o en cualquier otro sitio donde no me sienta solo. A veces me hace daño con su discurso egoísta, haciéndome sentir culpable por no saber descubrir la felicidad en soledad, por creer que hay algo mejor fuera de los momentos tan íntimos que ella y yo hemos compartido. Intento encontrar en mi mente un rincón en el que sus palabras no me alcancen y "así" poder escapar de ella, aunque es muy difícil hacerlo, me encuentra en mi interior, me esconda donde me esconda, sabe dónde estoy, siempre me ha conocido muy bien.
Estábamos ella y yo, mirando el horizonte sentados en una roca desde la cual se disfrutaba del mar en calma, del sonido de su marea y de la frescura de su brisa. La soledad me miró desde muy adentro y me dijo que me amaba. No quise escucharla, traté de enamorarme de una mirada imaginaria, de alguien que me entendiera, que me quisiera cuidar, que me amara como solamente mi soledad ha hecho. Las miradas de esos amores imaginarios me atrapaban, me seducían, me hacían sonreír y, en ese instante, en el que amaba al amor, en el que entendía que la única solución era estar enamorado de mis sueños de ser amado, sentí los celos de mi soledad y como el amor que nacía desde mi corazón más puro se desvanecía convirtiéndose en un recuerdo que nunca había existido.
Amante de un amor inventado, detestado por mi soledad, defraudado por no ser más que un enamorado de mis ideas.
Sentí pavor. Miedo a hacer mis sueños de amor reales, a creer que mis invenciones serían tan imposibles que nunca encontraría alguien a quien besar y así sentir que mi soledad se alejaba de mí. No quería dañarla, pero su compañía me estaba atando a sus miedos, a su inseguridad de no ser más que instantes de espera, de verdaderos engaños, de inventar una felicidad imposible si vivía eternamente junto a mi soledad. Ella está muy presente, dispuesta a hacerme daño si la dejo de lado, y lo cierto es que yo no quiero eso; quiero que me entienda, que me ayude, porque ella me ha ayudado a existir, a ser quien soy, quiero que entienda que no puedo amar a nadie si ella no se aparta en los instantes que comparta el amor.
No puedo amarte, mi soledad. Me has querido y te quiero. Me ayudas y me comprendes, aprende conmigo que, si encuentro al amor de mi vida, me debo alejar de ti, aunque de vez en cuando te buscaré, para amarte un poquito, para hablarte y aprender de mi interior. Espero no ser egoísta si te pido que "por favor" olvides convencerme de que la felicidad es amar un sueño irreal, y dime que debo encontrar una mirada que me transforme y que me haga sentirme tan bien como cuando estoy contigo. Te amo, mi soledad, y al mismo tiempo amo a la mirada que un día será real y hará que no te vuelva a mirar.
El silencio hizo llorar a la soledad. Yo lloré sin saber si algún día dejaría de ser un amante imaginario, y sentir un amor real y puro. La esperanza es mi único aliento, creer en mi emotividad, en ofrecer mi amor sincero y ser correspondido. Amo a la vida que sueño, anhelo que algún día se haga real.
Cerré los ojos y abracé a mi soledad, la miré a los ojos y le dije: “Te amo”.
Ian Blue
Autor de "Soy Mago" Leer aquí: rxe.me/SI1KLP
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Este texto fue creado para 'PLATAFORMA DE AMOR'. El texto está protegido para respetar los derechos de su autor.
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